Viernes 4.30 am

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Tanta dificultad para decir tengo ultimamente, y tan poco afilado el sentido del momento apropiado, que no puedo evitar sentirme un reverendo boludo.

Es como que me quedó un sabor amargo la otra noche. Quizás por lo raro de la situación, por lo inoportuno del momento (no hace falta que explique por qué), o porque casi siempre las cosas se dan de forma tan diferente a como las pensamos. Porque uno rara vez se conforma con ese acontecer. O quizás por un poco de todo eso junto.

Pero es así mi querida. En cierto modo vale decir, para exorcisar un poco, para conjurar también, para no olvidar. Quizás esa hora en el coche, entre las 4 y las 5 de la mañana, haya sido
la más sincera de nuestras horas compartidas.

Quizás quería escribir estas líneas, para enmendar un poco esta estupidez que se viene volviendo crónica, de no decir nunca lo verdaderamente valedero de decir. Y sólo poner en torpes palabras cosas que quizás no tienen palabras.

En cierto modo pienso que es una lástima. Porque no se trataba de esperar una respuesta. O si, pero la propuesta era mucho más sencilla. Porque no era un pedido desesperado sino una invitación a una mano de algún juego, con el mismo mazo, tres cartas para vos, tres para mi (o cinco y cinco si cambiamos de juego). Y a ver qué ocurre.

Digo. Creo que fui sincero cuando dije que eras especial. Y como lo especial no abunda por estos lares, en donde nos rodea lo trivial y lo patético, es que intuyo que vale la pena develar, en parte, el misterio. Ese que se esconde detrás tuyo, y seguramente detrás mío.

Claro que los tiempos de la realidad no son los mismos que corren por nuestras venas. Será por eso que quizás me apresuré en decir algo, para lo que quizás sobraban las palabras. Porque muchas veces no hace falta que nos digan para invitarnos a jugar. Y supongo que tiene que ver que la historia propia de tantas cosas no dichas a tiempo, de cosas dejadas pasar, de puteadas por lo bajo un segundo más tarde.

Creo también, que tiene mucho que ver este momento tan convulsionado de mi vida, donde me replanteo a cada paso cada paso que doy, y donde todo lo que ocurre a mi alrededor me golpea como un mazazo en la cabeza, Y quizás encontrar alguien, "no tan distintos", entre tanta ambiguedad, es lo que me llevó a probar abrir con una llave que no era, una cerradura que quizás no estaba a tiempo para abrirse. Pero quise decirtelo, para ser una vez sincero, por lo menos conmigo mismo.

En realidad solo eso, quizás quise decir, que bueno tomarse otra cerveza la próxima, un par de besos, y si no hay magia, a otra cosa...

Pero claro está, para ganar, hay que apostar (al menos la "luz", para recibir las cartas), y para poder apostar, hay que sentarse a la mesa a jugar. El paño, las sillas, las fichas, las cartas, el humo de los cigarros, son también parte del juego.

Quizás alguna otra vez, con otra cerveza mediante, volvamos a ser sinceros.

Igual estoy acá, del otro lado, porque estoy convencido que no hay más que eso, dos personas especiales, que quizás se miren y se entiendan. O quizás no.

También se de mis limitaciones. No soy sencillo, ni fácil. No te creas que tengo demasiado para ofrecer. Yo se que no puedo darte, algo más que un par de promesas ... y un par de sienes ardientes que son todo el tesoro. (Un tremendo ladri al fin y al cabo...).

Espero no haber sido demasiado ambiguo. Se que es dificil, y estoy medio críptico ultimamente.

Te mando un beso grande

Gracias por la onda. Y de nada también.

Compañera, nos estamos viendo en cualquier recodo del camino.

de un amigo, a su princesa sin caballero andante...

3 comentarios:

dijo...

..las personas difìciles somos un ladrillo a veces...es cierto, pero aunque suene raro, hace poco que empece a sentirme orgullosa de mi, a pesar de eso.
Prefiero mi bullicioso dialogo interior a el ruidoso y contaminado tedio de la mediocridad...
Gá.

Agus dijo...

Lamentablemente, la mediocridad a veces no es una opcion que podamos evitar....
(negativamente optimista)

Anónimo dijo...

.... y jugar por jugar, sin tener que morir o matar....

oooo En el naipe del vivir
suelo acertar la carta de la boca,
y a mi lado oigo decir
que es porque estoy con una suerte loca....
¡Suerte loca es conservar
una ilusión en tanto penar!
jaja un gusto
aldana